La crisis sanitaria ha hecho relevante la necesidad de adaptar los programas de voluntariado, para mantener el contacto y la relación y seguir complementando la tarea de los profesionales, que también han visto su labor afectada. Incorporar las nuevas tecnologías, las videollamadas y encuentros virtuales, no fue tarea fácil y en cierto modo seguimos adaptándonos a un escenario constantemente cambiante. A estas alturas de la pandemia, podemos concluir que conseguimos seguir conectados, avivando los vínculos y espacios de los cuales disfrutábamos todos juntos. Queda mucho por hacer, y el equipo de voluntarios y voluntarias de Sant Pere Claver sigue comprometido, para colaborar en nuevas iniciativas y para llegar a aquellas personas que todavía lo necesiten.
Escribe Katie Ericksson (1943) que “el acto de cuidar es el arte de convertir en algo muy especial algo que no lo es tanto”. Por ejemplo, salir acompañado de casa o de la residencia a tomar algo con un voluntario o voluntaria, se convierte en un momento de gran importancia. En los tiempos que vivimos, salir a pasear o sentarse al aire libre para conversar con una de nuestras personas voluntarias, puede resultar de vital relevancia para salvaguardar los derechos y las necesidades de algunos, aún más si cabe, teniendo en cuenta su contexto particular. En este encuentro, que puede parecer banal – como muchos otros de los que se facilitan desde nuestro servicio -, se reafirma “el derecho a ser confirmado como un ser humano único”.